Cantantes y Bandas de Jazz
Siempre habrá pulsiones en las singularidades emotivas, afectuosas, utópicas y festivas de los cuerpos excluidos, diversos pueblos del mundo las hacen parte de sus imaginarios, tanto que se convierten en rasgos característicos e identitarios. Esos pálpitos, aun cuando se perciben estáticos y cotidianos, engendran cambios y transforman sustancialmente la humanidad, haciéndola “progresar” de algún modo. Virtuosismo e íntimos latidos encarnan acá la nobleza, que es quizá la cualidad más específica de uno de los géneros, matriz, ritmo, o cultura musical más representativos del siglo XX, el Jazz. Desde su origen, esta música atravesó en múltiples direcciones y facetas, no sólo la extensa geografía de los Estados Unidos, sino también su agitada vida social. Como referente cultural de la sociedad, el Jazz permite abordar la historia de los últimos 150 años del país del norte, como también la idea de que es uno de los grandes sucesos musicales de origen popular del siglo XX, y uno más de extracción afroamericana. Más allá de las fronteras (y careciendo de mayoría de edad), estas melodías han merecido grandes reverencias en el viejo continente, donde las sitúan junto a las grandes obras de la música clásica, y en Suramérica, donde se han fusionado brillantemente con el Bossa Nova y el Tango.
El Jazz, como se le conoció a partir de los años 20’s, está precedido de innumerables hechos y acontecimientos que podrían ubicarse en un período de tiempo que va desde el fin de la Guerra de Secesión o Guerra Civil Americana, hasta el final de la Primera Guerra Mundial, es decir, entre 1865 y 1920. No obstante, es preciso y justo (como debe ocurrir con cualquier otra forma del arte y la cultura popular), comprender que no puede imponérsele fecha de nacimiento, ya que se le debe entender como una manifestación íntima del cuerpo social, expresiones producidas por procesos evolutivos de la cotidianidad y las prácticas colectivas de un “pueblo”, algo que es inconcebible en una línea del tiempo. En todo caso, en el centro de ese escenario espacio-temporal estaría la fuerza creadora (cuerpo y alma), esa gran masa humana de origen africano y afroamericano esclavizada en las plantaciones del sur de los Estados Unidos, y la singular forma de vivir la música que de ella emergió: brote o afloramiento (instintivo y espontáneo) de una amplia gama emotiva entre dos suspiros, el de la vida y el de la muerte.
El espíritu negro, profundamente expresivo, conservó la semilla sonora de ese universo perdido y anhelado, África. Ni el haber sido raptados, desterrados y despojados de sus ropas, impidió que germinara el firmamento vital, alegre, armonioso, ingenioso y fecundo que conjuraba las extenuantes faenas del campo de labor, extensos sembradíos de maíz, algodón, tabaco y caña. No sólo coincidieron las palabras que no eran propias, también hubo pequeñas alegrías y satisfacciones en medio de los laboriosos días bajo el sopor de la canícula, quizá por eso a esas primeras sonoridades se les llamaron “work songs” o “field hollers”, a los primeros cantores “songsterr” o “bluesman” y con ellos y el paso de los días se hablaría de “Blues rural”, uno de los orígenes de las músicas afroamericanas.
Con la abolición de la esclavitud, promesa de la guerra civil, vino la emancipación de un amplio porcentaje de negros considerados ya como afroamericanos que, con algo más de libertad, comenzaron a hacer parte de la vida social que ellos mismos se procuraban, entre otras razones, porque persistía segregación racial y pocas oportunidades para subsistir. La ciudad de Nueva Orleans en el estado de Luisiana, sería uno de los tantos lugares en donde gran parte de esta población echaría suerte. Atrás parecía quedar ese pasado inmediato de amos y esclavos, y parecía resignificarse la memoria de una región que había sido colonia francesa, española y ahora hacía parte de la Unión. Esa amalgama nativa, negra, franca, criolla y mestiza nutrió diversos ámbitos e imaginarios sociales, y la música no fue la excepción. El Blues, el Ragtime, los Spirituals y el Góspel (cantos religiosos), las bandas de bronces, tomaron partida en ceremonias religiosas, funerales, prostíbulos y clubes nocturnos, bailes de salón, marchas, eventos y en carnavales como el “Mardi Gras”, todo ello para advertir que el Jazz no se terminaba de engendrar.
Aunque el Jazz fue marginal en principio, sus formas y su esencia fueron separándolo de la tradición musical europea sin desconocer sus valiosos aportes y sus influencias, encontrando con ello un público cada vez más interesado en hallar referentes de su propia entraña. Improvisación y composición espontánea, eran audacias que iban contra las buenas costumbres y el estilo clásico refinado de la música imperante en la sociedad. No obstante, esta doble condición lo convirtió en un medio de fuga, refugio, ensimismamiento, permitiéndole al intérprete un recurso espacial y sonoro para recrear un mundo interior profundamente universal, el que contenía swing, oscilación, candencia, balanceo y estremecimiento, quizá por eso el gran director de orquesta John Philip Sousa diría alguna vez “el Jazz perdurará mientras la gente lo escuche con los pies y no con la cabeza”.
El Jazz nos revelaría buena parte del devenir histórico de la sociedad norteamericana, si se le mirara como fenómeno político, social y hasta económico. Pero, ¿quién más, fuera de sus protagonistas y actores naturales, podría hablarnos de la adopción, adaptación y evolución con que estos ritmos, a lo largo y ancho del país, esto es, entre los grandes lagos y el Golfo de México, entre la costa este y oeste, terminaran contribuyendo a la consolidación de un atributo nuclear en la identidad y la cultura popular estadounidense? No habría otro elemento más esclarecedor de esta cuestión que el agua, encarnada en la figura del gran río, el Mississipi, el que por más de 3.700 kilómetros de corrientes borrascosas o apacibles construyó un mito porque sería un lugar común, el mismo de las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn, también una metáfora porque sonorizaba los afectos y las angustias, y al solapar e integrar lo de un lado y lo del otro, con lo que fluía se convertiría en frontera, que no era solamente geográfica, sino sobre todo cultural. Entre los estados de Montana y Luisiana, de agrestes y acogedores paisajes, fríos y montañosos los del norte, calurosos y reposados los del sur, este río posibilitó el intercambio en todas las direcciones para que el Jazz fuera el espejo donde se reflejarían las fisonomías de diferentes períodos y etapas de tiempo, y los rostros de los desarrollos estilísticos y sonoros que les correspondían. Entre el agitado Storyville de Nueva Orleans, Memphis en Tennessee, Sedalia, St. Louis y Kansas City en Missouri, Chicago en Illinois y New York en la costa este, vibrarían los prodigios del Ragtime, el estilo Nueva Orleans, el Dixieland, el estilo Chicago, el Swing, el Bebop, el Cool bop y Hard bop y el Free Jazz, para advertir que “el beat llegó a la música occidental a través del Jazz”, como afirmara Joachim Berendt porque “el Jazz -aseguran- vive y muere con su vitalidad, y todo lo que está vivo, cambia”.
A continuación, algunos y algunas cantantes y bandas de Jazz:
Abbey Lincoln
Andrew Hill
Alice Coltrane
Allen Brass Band
Amy Winehouse
Anita O'Day
Anna Maria Jopek
Art Blakey
Aretha Franklin
Astor Piazzolla
Astrud Gilberto
BADBADNOTGOOD
B.B. King
Bessie Smith
Ben Webster
Benny Goodman
Bill Evans
Billie Holiday
Bing Crosby
Bix Beiderbecke
Bobby Brookmeyer
Blossom Dearie
Bohren & der Club of Gore
Brown’s Dixieland Jass Band
Buddy Bolden
Cab Calloway
Caro Emerald
Carmen McRae
Cassandra Wilson
Cecil Taylor
Charles Mingus
Charlie Parker
Chet Baker
Chick Corea
Chucho Valdés
Clifford Brown
Coleman Hawkins
Count Basie
Creole Jazz Band
Dave Brubeck
Dee Dee Bridgewater
Dexter Gordon
Diana Krall
Dianne Reeves
Dinah Washington
Dizzy Gillespie
Django Reinhardt
Duke Ellington
Eagle Band
Édith Piaf
Eliane Elias
Ella Fitzgerald
Esbjörn Svensson Trio
Etta James
Eubie Blake
Eva Cassidy
Fats Waller
Fletcher Henderson
Frank Sinatra
Frank Zappa
Gerry Mulligan
George Benson
George Duke
Grant Green
Harry Connick, Jr.
Herbie Hancock
Hiromi
Horace Silver
Jack Teagarden
Jamie Cullum
Jazz Messengers
Jazzanova
Jelly Roll Morton
Jimmy Harrison
Joe Henderson
Joe “King” Oliver
John Coltrane
John Scofield
John Zorn
Jordi Sabatés
Joss Stone
Julie London
Katie Melua
Keith Jarrett
Kenny Dorham
Lalo Schifrin
La Excelsior Brass Band
Lee Kontiz
Lennie Tristano
Lee Morgan
Lester Young
Lizz Wright
Louis Armstrong
Madeleine Peyroux
Magos Herrera
Mahalia Jackson
Mahavishnu Orchestra
Ma Rainey
Max Roach
Michael Bublé
Miles Davis
Miles Davis Quintet
Milt Jackson
Melody Gardot
Modern Jazz Quartet
Morphine
Natalie Cole
Nat King Cole
New York Voices
Nina Simone
Norah Jones
Olympia Band
Original Dixieland Jass Band
Ornette Coleman
Parov Stelar
Paris Combo
Pat Metheny Group
PBug
Pedro Iturralde
Peggy Lee
Pink Freud
Pink Martini
Quincy Jones
Ray Charles
Reliance Brass Band
Renee Olstead
Roy Ayers
Sade
Sarah Vaughan
Scott Joplin
Sonny Rollins
Squirrel Nut Zippers
Stan Getz
Stacey Kent
Stan Kenton
Stanley Clarke
Sidney Bechet
Tete Montoliu
Thad Jones
The Cinematic Orchestra
The Dave Brubeck Quartet
The Seatbelts
Thelonious Monk
Tom Waits
Tony Bennett
Toti Soler
Vera Hall
Wayne Shorter
Weather Report
Wes Montgomery
Wynton Marsalis
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