Cantantes y bandas de Milonga
La música surera hace parte de un universo sonoro bastante nutrido y diverso, dentro del que se pueden incluir la payada, la cifra, el estilo, triunfos, pero también las adaptaciones de valses, polkas, mazurcas, chotis, Tango andaluz de origen europeo, guajiras, puntos cubanos y habaneras de origen antillano, y candombes, tangos y milongas de origen rioplatense propiamente. Un orbe multicultural y polifacético si se piensa en los orígenes y paisajes de cada una de esas expresiones musicales. En ese vasto territorio que abarca la región bonaerense, La Pampa, el sur de Santa Fé y Entrerríos, la margen oriental del Río de La Plata en Uruguay hasta el Río Grande del Sur en Brasil, se originaron verdaderos sincretismos culturales, y entre ellos, uno determinante en la identidad del argentino, el uruguayo, o mejor el "gaucho", fue la Milonga, madre del Tango o parte fundacional de él.
Habrá músicas a las cuales se les rotule una fecha de nacimiento. En el caso de la Milonga es mucho más complicado aceptar eso, pues su aparición está atada a procesos sociales que tienen que ver con la formación de la República Argentina. En el centro de esta historia habría que situar al “paisano” de campo, al “pampero”, al “gaucho”, quien fue una suerte de rebuscador de la vida, bastante satanizado, denigrado y perseguido, primero por las decadentes estructuras políticas de la colonia, y después por sectores clasistas de las élites independentistas que veían en él a un enemigo, a un probable usurpador. El “gaucho” y su familia, en ello coinciden muchos etnógrafos, parecían estar destinados a establecer un vínculo de doble vía entre la ciudad (lo urbano) y el “interior” (lo rural), no sólo porque a ese vaivén le habían obligado, sino porque en él encontraban la posibilidad de sobrevivir con base en un semi-nomadismo, a actividades económicas y sociales que establecían en los caminos, llanuras y parajes de descanso y regodeo. En medio de todo esto surge una especie de escribano y notario que hacía las veces de relator, el "payador", quien había adoptado, adaptado y resignificado tradiciones españolas de la canción y la forma de narrar (la décima espinela, por ejemplo) la cotidianidad de origen rural a través de la improvisación y el repentismo. El "payador" es un personaje grande, no de estatura o dimensiones, sino porque era y es portador de una memoria poética que parecería venir de tiempos muy remotos, a la vez que expresaba de forma muy sencilla y con una profunda sabiduría, gestos y decires largos, historias de las faenas, valores, virtudes y labores de los que tocan los días con sus manos, labran la tierra, encinchan y montan el caballo, arrean el ganado, preparan el mate, encienden el tabaco, toman un buen vino y “guitarrean” con sus “paisanos”, mientras sus compañeras las “paisanas” encienden el fogón, ponen el asado, se ocupan de los chicos y los animales de corral.
Atahualpa Yupanqui, el gran payador argentino y uno de los mayores exponentes de la Milonga, que como ningún otro le imprimió un vuelo propio a esta forma musical, alguna vez consideró el origen de esta tradición así: “Para escribir en Gaucho hay que escribir con un buen castellano, y con un sentido de tierra y de decencia y de amor y respeto hacia la tierra y hacia los que pisan la tierra, es decir a los semejantes”. Por eso es que al gaucho se le asocia con la Milonga, de la que Lugones, Selles, Borges y el mismo Argentino Luna, significaban como “palabrerío, melodía longa, melodía larga”. Su mentalidad de hombre y mujer de la llanura, les permitían eso, el gesto, la mirada y la acción que llega hasta el horizonte, de ida vuelta por la “pampa” y hasta la ciudad.
Conocimiento y sabiduría de la que era portador el gaucho y de la que hablaba el payador, como el palabrero autorizado para hacerlo, viajaba con él a donde iba al igual que su guitarra. No era sólo imagen y conciencia del campo, también portaba un acervo que vino con la colonia, la esclavización de africanos y los intercambios comerciales entre puertos, pues éste no había sido siempre del interior, sino más bien un expulsado hacia él. Del Cantábrico a Cádiz, de ahí a las Antillas y el Caribe, y de allí al Río de La Plata, así llegó “la habanera” y también la “cifra”, tónica y ritmo que se utilizaron para "payar" hasta que Gabino Ezeiza propuso hacerlo por Milonga y la hace aún más popular en los “arrabales y quilombos” porteños de Montevideo y Buenos Aires. “Armónicamente la Milonga se ha tocado en modo menor. Comienza con una introducción, generalmente punteada en la guitarra, donde se presenta su forma típica sobre los acordes de tónica y dominante, que se sostiene y queda de base cuando se comienza a cantar. Tiene en común el ritmo 2/4 con el Tango”, anota Juan Quintero, etnomusicólogo argentino.
A finales del siglo XIX, aparece en esos mismos lugares de arrabal el Tango-Milonga, y ésta deja de tener el protagonismo de antes, al punto que comienza a denominarse “surera” o “campera”, diferenciándola de la “ciudadana” que dieron a conocer Sebastián Piana y Homero Manzi en “Milonga sentimental”. También se convierte en lugar, y su noción pasa a formar parte de lo que denomina una acción y una manifestación de la cultura popular. Se dice que “el que gusta y baila Tango, es considerado milonguera o milonguero que va a la milonga a milonguear”. En la actualidad, la Milonga más popular es un estilo que desciende del Tango y está profundamente influenciada por éste. En Uruguay es muy popular el estilo tradicional, aunque se le ha resignificado y tiene sus propias variaciones. Con el legado de “El Flaco” Alfredo Zitarrosa, los uruguayos han llegado a creer que es propiamente una forma musical de la República Oriental, pero lo concreto es que su espacio vital comprende los Andes al sur, desciende por la Patagonia, se extiende por La Pampa hasta el Río de La Plata y el Río Grande del Sur, pero también anima los entornos urbanos, donde se desarrolla, proyecta y transforma en nuevas expresiones estéticas y musicales. En cantares del propio Atahualpa, “amanecida en la pampa, trasnochada en la ciudad” (Milonga perdida).
A continuación, algunos y algunas cantantes y bandas de Milonga:
Acho Estol
Agustín Irusta
Alfredo Zitarrosa
Andrea Bollof
Anibal Troilo
Astillero
Atahualpa Yupanqui
Atilio Reynoso
Aztor Piazzolla
Bajofondo
Beba Pugliese
Carlos Gardel
Carlos Ramón Fernández
Chifladas Tango
Corazón Cobarde
Cuarteto Cedrón
Cuarteto Coviello
David Tokar
Dolores Solá
El Cachivache Quinteto
Esther Soler
Fabián Nesprías
Facundo Picone
Francisco Canaro
Gabino Ezeiza
Héctor Varela
Jorge Cafrune
Jorge Drexler
José Curbelo
José Larralde
José Luis Padula
Juan D'Arienzo
Juan Martín Scalerandi
Juan Quintero
Julio Sosa
La Chicana
La Guardia Hereje
La Martino Orquesta Típica
La Santa Milonga
La Rantifusa
La Truca
Libertad Lamarque
Lucía Ceresani
María Inés Monti
Mariano Mores
Mario Pardo
Marta Suint
Mercedes Sosa
Milongas Extremas
Nemecio Trejo
Omar Moreno Palacios
Orquesta Moscas de Bar
Orquesta Romática Milonguera
Orquesta Típica Alfredo de Angelis
Orquesta Típica Andariega
Orquesta Típica Fernández Fierro
Orquesta Típica Misteriosa Buenos Aires
Pacho Esperón
Quiero 24
Quinteto Real
Roberto Lara
Roberto Goyeneche
Rodolfo Giménez “Argentino Luna”
Rubén Juárez
Rubén Rada
Ruperta Fernández
Sattva Folklore
Sexteto Entrador
Sexteto Milonguero
Sexteto Mistonguero
Suma Paz
Tita Merello
Trío Estaño
Victoria Di Raimondo