Cantantes y Bandas de Blues
Expresión simbólica, fáctica, reminiscente y emocional de las experiencias afroamericanas nacida en los territorios del suroriente de los Estados Unidos, bañada por las aguas del río Mississippi. Aprender de ellas es reconocer el Blues como expresión de una condición humanada siempre desafiante, resistente y reafirmante. Una lucha por el reconocimiento de derechos, de singularidades y de construcciones colectivas afrodescendientes. El Blues es una historia narrada en primera persona, en donde cada afroamericano y afroamericana es el protagonista y narrador de su propia historia, de su cotidianidad. Si bien es originario de los y las afroamericanas, el Blues constituye la matriz sonora de la música del mundo occidental actualmente. Un historia construida con sus subjetividades, sentires y con sus propias visiones del mundo y reglas. En medio de las historias del dolor, están las historias de regocijo. Entre las líneas de añoranza están las líneas de esperanza. Desde el origen de cantos provenientes de las entrañas, las canciones que acompañaban las extenuantes jornadas de trabajo indigno y esclavizado, su acompañamientos instrumentales sutiles y luego arrolladora sabiduría que sentó precedentes para grandes familias musicales como el Jazz y el Rock and Roll. Se fue consolidando como un estilo característico y articulado inseparablemente a una declaración vital que reclamaba el reconocimiento y un lugar digno en el panorama de la cultura popular estadounidense. Su lingüística, su sonido, su irreverencia, su calidez, su nostalgia y su recorrido por el mundo, son la afirmación de una existencia afrodescendiente que se niega a ser pasiva en la historia y tiene sus propios relatos para mantener viva su historia. Es el desafío de escribir su propio devenir. Sus cantos y poderosas voces fueron integrando guitarras, violas, bajos y todo tipo de experimentaciones, y se catapultó a la industria disquera y posteriormente al mundo entero.
Acrecentando un bagaje musical de mucha calidad, con matices, estilos, géneros cada vez más versátiles y amplios, la atemporalidad del Blues se manifiesta en la recreación del relato histórico, marcada por los puntos de encuentro identitarios y movilizada hacia múltiples posibilidades. Inacabable su expansión, su calidez para albergar la exploración artística y fomentar en su seno las renovadas sonoridades que dialogan entre la tradición y la renovación, como una de las maneras más efectivas de hacerle perdurar en el tiempo. El Blues es columna vertebral de la experiencia afroamericana, y ha permeado profundamente la gran mayoría de las expresiones culturales en Estados Unidos hasta la actualidad.
La historia del surgimiento y consolidación de este género, con todos sus desarrollos, estilos y matices, está transversalizada por una lucha contra el racismo estructural y sistemático, así como los estereotipos que no solo les oprimieron físicamente, como un control directo de la libertad sobre sus cuerpos, sino también social, económica y emocionalmente. Hacia finales del siglo XIX, cuando se daba la transición paulatina y hacia la liberación de los pueblos afro esclavizados en América, el Blues canalizó la emocionalidad que anhelaba y reclamaba la autodeterminación, y al mismo tiempo, se consolidó como una herramienta de resistencia desde el discurso y lo corporal, que relata las vivencias de la cotidianidad y una estética de liberación. Si bien el espacio y la temporalidad que le dieron lugar fueron las condiciones de esclavización y migración forzada de afrodescendientes al territorio americano, en especial, el que conocemos hoy con Estados Unidos, las más profundas raíces de su riqueza se encuentran en la cuna de la humanidad, en mamá África. El Blues ha sido una voz de dolor pero también de regocijo, un punto de encuentro e identidad, en medio de una batalla contra la injusticia social. Fue y es vigente y adaptable a cada espíritu de la época, y viajó desde los campos de algodón, donde se vivía la experiencia de precarización, y las orillas del río Mississippi, hacia grandes ciudades y entornos de mayor urbanización. Las memorias de sus horas de trabajo forzado y todo el peso histórico y psicológico en él, se evidenciaba en las “work songs”, o canciones de trabajo. Las reminiscencias de sus tradiciones africanas recrearon la atmósfera que potenciaba al Blues, hijo de las migraciones y descendiente directo de la artística sensibilidad. Las prácticas ancestrales de los griots, cantores del África occidental y juglares de la cotidianidad, conservaban la memoria de la narrativa oral de sus pueblos, y relataban en su poética musicalizada y sus versos improvisados lo furtivo de lo cotidiano y lo profundo de su significado. Se acompañaban de instrumentos musicales rústicos y muchas veces eran nómadas, siendo su voz la herramienta que conservaba y mantenía en el radar historias e identidades que se transmitían de generación en generación. La guitarra y la armónica fueron los elementos incorporados a partir de su interacción con la cultura caucásica de origen europeo. Para su comprensión cosmogónica, la experiencia ante la música les brindaba y les brinda aún una noción y realidad de la comunidad, una presencia de la otredad, y esas han sido precisamente las experiencias que se mantienen vigentes como resistencia colectiva ante la privación histórica de una dignidad. Es entonces el Blues un canto de dignidad y de comunidad. Es en su esencia una trascendencia del espíritu que combate las condiciones reales de existencia.
Hacia una esperanza de futuro prometedor, hacia la voluntad de hacer fáctica su reciente conquista por la libertad, hacia un anhelo de reparación social y adopción de un lugar digno y justo como parte integrante de la sociedad americana, la Gran Migración deseaba canalizar el cambio en el rumbo de vida hacia un esperanzador panorama. Encontrando también una injusta desigualdad en las condiciones de vida del norte del país, el Blues sirvió para unificar su avanzada y fortalecer su búsqueda de un arraigo, de un lugar propio, queriéndose desmarcar de la experiencia de la esclavitud, y fortaleciendo la construcción de su reclamo. Chicago y Nueva York fueron constituyeron entonces dos de los centros urbanos en donde más acogida y potencia tuvo el Blues, no solo como una experiencia cotidiana ante la modernizante urbanidad, sino también como una epicentro de la industria comercial musical que se interesó por grabar la música Blues. Estar ya dialogando con escenarios de gran talla y exposición les permitía alzar su voz como un medio de reconocimiento ante las injusticias vividas y las proyecciones de futuro. Y aunque en algunas ocasiones esto pudo prestarse para prácticas deshonestas de apropiación por parte de algunas disqueras y empresarios musicales hacia artistas afroamericanos, lo cierto es que en términos generales contribuyó a igualar en la industria cultural el estatus del Blues y las posibilidades de ser visto como una expresión artística con mucho poder. Con el poder real que ejercía en la vida de los y las afroamericanas para poder narrar y tejer vínculos acerca su historia y su diáspora. En dichos entornos de espectáculo y exposición, las mujeres jugaron un papel crucial ya que eran ellas las vocalistas y compositoras quienes fueron pioneras en protagonizar la escena del Blues, tanto en los espectáculos como en la dirección y en la grabación de piezas musicales que han quedado en la memoria. Su relevancia les permitió de alguna manera desplegar una libertad en cuanto a sus formas de vivir que quizás no eran aceptadas por la moral reinante de la época, más ellas portaban en sus voces esa irreverencia y transgresión. Sexualidad libre, lesbianismo, emancipación del cuerpo femenino tanto en el plano laboral como íntimo, cuestionamiento de los estereotipos de género y raza, así como un discurso abierto y empoderado de la lucha frontal contra el racismo, la esclavización y el empobrecimiento de quienes aún poseían cadenas de despojo y quienes eran víctimas de la falta de equidad y oportunidades. Ellas eran el centro, la voz, la letra, el alma y la intención. Eran el espectáculo y la imagen. Y muchas rompieron incluso con ese orden prestablecido en el formato de bandas. En la mayoría de las estampas eran los hombres que acompañaban con la instrumentación, y aun así, muchas mujeres también incursionaron en intérpretes, demostrando que con su música y la manera en como el Blues era la columna vertebral de su estilo de vida, estaban inquietando el statu quo y quebrantando una moral dogmática.
Con toda la expansión geográfica y también una permanencia intachable en el tiempo, el Blues ha desarrollado diferentes estilos y variables que solo han confirmado cómo él es la matriz de mucha de las músicas que marcan tendencia en la cultura occidental hasta nuestros días. El Hip Hop, el Jazz, la Salsa, el Country, el R&B, el Soul, el Rock and Roll, por nombrar algunos de los géneros que han recibido toda esta sabiduría y le han resignificado gracias a la asimilación tan amplia y diversa que ha tenido en todo tipo de poblaciones. Dentro del Blues como género se pueden identificar estilos de origen rural, como lo son el Delta Blues, Texas Blues, el Jug Bands Blues, en donde eran característicos los cantos ásperos y desgarradores, con temáticas de campos de labor, del dolor, y de la alegría del convite para reconocerse en medio de su diáspora. Hacia las urbes, el Blues experimentó con otros instrumentos y la electrificación de los sonidos determinó un rumbo diferente y otras posibilidades. A partir de allí nacieron, entre otros, el Chicago Blues, Boogie Woogie, New Orleans Blues y Memphis Blues, además de las evidentes influencias musicales para gigantes de la música roncarolera.
El Blues transformó y marcó de manera radical la historia cultural de los Estados Unidos. Es la historia de la Gran Migración que pretendía permear la vida urbanizada y establecer un híbrido poblacional entre la ruralidad y la búsqueda de otras oportunidades. Es la historia de un discurso y activismo liberador que ha luchado por la dignificación de los derechos civiles, económicos, y políticos, es decir humanos, de los y las afrodescendientes en Norteamérica. Retando el curso jerárquico de la historia, el Blues confirma que los y las afrodescendientes hacen parte fundamental integrante en la construcción del panorama cultural y social estadounidense, siendo pilar en todos los aspectos de la cultura popular, y sin embargo luchando actual e incansablemente por obtener ese reconocimiento.
A continuación, algunos cantantes y bandas de Blues:
Albert King
Alberta Hunter
Amanda Randolph
B. B. King
Bessie Smith
Big Mama Thornton
Blind Lemon Jefferson
Bonnie Raitt
Buddy Guy
Charlie Patton
Clara Smith
Daddy Stovepipe
Déborah Dixon
Denise LaSalle
Dinah Washington
Eddie Durham
Elvie Thomas
Etta James
Felicia Soumah
Floyd Council
Garfield Akers
Geeshie Wiley
Georgia White
Gladys Bentley
Hattie Ellis
Howlin' Wolf
Ida Cox
John Lee Hooker
Kid Hyena
Lucille Bogan
Luther Allison
Ma Rainey
Mamie Smith
Memphis Minnie
Muddy Waters
Nina Simone
Odetta
Otis Rush
Papa Charlie Jackson
Pee Wee Crayton
Pink Anderson
Ralph Peer
Ray Charles
Robert Johnson
Ruthie Foster
Shemekia Copeland
Shirley King
Sister Rosetta Tharpe
Skip James
Son House
Sonny Boy Williamson
T Bone Walker
The International Sweethearts Of Rhythm
Tommy Dorsey
Tommy Johnson
Tommy Tucker
Trixie Smith
Vera Hall
Victoria Spivey
W.C. Handy
Walter Vincson
Willie Dixon