Jerga en Argentina

Se suele pensar y hasta se llega a creer que el lenguaje popular, el argot a través del cual una parte importante de la sociedad se expresa y significa el mundo que vive, es grotesco, descuida las “buenas” formas o es del “bajo mundo”, porque entre otras razones, no hace parte de manuales o no responde a las más refinadas costumbres de la usanza formal, pero también porque transgrede precisamente la etiqueta e irrumpe contra un orden establecido. Su uso y empleo ha sido relacionado con las personas que habitan las “orillas” y los “guetos”, con quienes se dice han construido sus propios códigos comunicativos para rehuir la mirada y la sospecha, para despistar y esconder algo. Pues bien, en la práctica efectiva de la comunicación, o como dirían los críticos culturales en “la lengua que sí se habla”, la jerga o lo de origen vernáculo, es una de las maneras esenciales a través de las cuales se crean nuevas palabras. Mediante esta práctica que es presente, y por tanto cotidiana, se emiten formas y sonidos que expresan ideas o cosas pertenecientes a un imaginario compartido, se renueva y resignifica constantemente el léxico en una lengua. Es un proceso que nunca se detiene y lo que hoy significa una cosa, mañana podría abarcar y ocupar muchas otras.

La jerga no hace parte de los diccionarios convencionales, aunque dentro de la lingüística y los estudios culturales cada vez sea más común su abordaje. No obstante, el que la academia la incluya dentro de sus intereses no le ha servido para que ésta se despoje del manto de duda o estigma que la señala y encasilla como perteneciente solamente al vulgo. A pesar de ello, su conocimiento y entendimiento incumbe sobremanera, no sólo a sus propios hablantes, sino también a los viajeros o no hablantes, porque como ya se ha mencionado es “la lengua que sí se habla” la que describe de una forma mucho más directa y sencilla las sonoridades, los imaginarios simbólicos y visuales de una nación. Sin importar que sean expresiones y manifestaciones primigenias o recién creadas, terminan siendo, casi sin poderlo advertir, de uso generalizado y aceptado socialmente. Dependiendo del lugar o país donde se esté, ésta toma una toponimia, un nombre que la define, diferencia y en algunos casos la caracteriza, al punto que es parte fundamental de algunas manifestaciones del arte como la música (el argot es a la Salsa y al Reguetón, lo que el lunfardo es al Tango y a la Milonga) y la literatura, sólo por mencionar algunas.

En la región Bonaerense, el río de La Plata, Santa Fe, Entrerríos en Argentina, y Montevideo en Uruguay, aparecieron diferentes adaptaciones léxicas o coloquiales de la lengua castellana, como el “caló porteño”, el “cocoliche” y el “lunfardo”, siendo este último el de mayor difusión, el que termina siendo más empleado y aceptado por la sociedad, al punto que perdura hasta hoy. El significado de la palabra es rastreado en Italia, y dicen procede de la expresión “lumbardo” que significa ladrón. Las primeras referencias a ella, y que fueron objeto de recopilación y conocimiento, aparecieron publicadas en la prensa de la ciudad de Buenos Aires en el mes de julio de 1876, advirtiendo y poniendo en evidencia la necesidad de conocer cuál era el lenguaje del hampa, del crimen. Como manifestación del mestizaje (español, italiano, amerindio, gaucho, guaraní) de la lengua castellana hablada en esta región, el lunfardo es de una riqueza significativa para el presente del idioma, pues cuenta con aproximadamente 150 años de aparición, y con cerca de 12.500 voces y locuciones, dentro de las que se incluyen expresiones compuestas formadas por más de una palabra, según lo reseña el portal Web argentino especializado en el universo tanguero “Todo Tango”. Estas cifras no son nada desdeñables si se les compara con las 88.000 palabras y acepciones que tiene la lengua castellana y los 70.000 americanismos del idioma inglés, ambas lenguas con una basta historia y milenios de evolución dentro de las tradiciones europeas.

Para la actualidad de la lengua castellana, hay que decir que el lunfardo la ha enriquecido y no sólo en la región de donde procede. Es común encontrar dentro del argot popular de países como Chile, Perú, Ecuador, Colombia y otros del Caribe, sonoridades de éste adoptadas y adaptadas. Prueba de ello es la cotidianidad que en la música (Tango, Rock, Cumbia), adquiere esta jerga, en parte porque es la voz propia de los acontecimientos del arrabal, de la ciudad, de las personas. En las letras, el teatro y el cine es posible rastrear el papel que ha cumplido, cabe recordar obras como “La gran aldea” de Lucio Vicente López, o la película “Arrabalera” protagonizada por Tita Merello, o los mismos aportes que desde la literatura realizaron Leopoldo Lugones, el “Martín Fierro” de José Hernández o Jorge Luis Borges con su “Funes el memorioso”. Es probable que todo esto haya creado el escenario actual en el que esas voces, locuciones o enunciados nacidos de la entraña popular, manifiestan lo que una persona de cualquier clase social quiere significar.

A continuación, algunos términos de la jerga en Argentina:

  • Alborotar el avispero: alertar o poner en evidencia algo o a alguien

  • Amurado: abandonado, endeudado, estafado, enamorado, cautivo(a) de algo o alguien

  • Bacán: persona adinerada, elegante y amistosa

  • Bancar: apoyar, ayudar o tenderle la mano a alguien

  • Bichicome: vagabundo

  • Boludo: tonto, estúpido

  • Boludez: algo sencillo o fácil

  • Bombachas: tangas o bragas, prenda íntima femenina

  • Bufa: homosexual

  • Cafisho: proxeneta

  • Caloventor: calefacción

  • Campana: ayudante de delincuente, quien da aviso si llega la policía

  • Cana: cárcel o policía

  • Capo: que tiene u ostenta una posición de liderazgo, que dirige u orienta una organización

  • Colaless: tanga brasileña

  • Cole: bus urbano

  • Colifa: loco

  • Compadrito: sujeto del arrabal porteño, de actuar pendenciero y presumido

  • Concha: órgano sexual femenino

  • Cotillear: comentar algo de alguien sin verificar

  • Chamullero: que miente o habla más de lo que es

  • Cheto: presumir de algo o de tener dinero

  • Chicana: engaño o trampa

  • Chocha: estar alegre

  • Chongo: amigo con derechos

  • Choro: ladrón

  • Chuletas: resorte o moño para sujetar el cabello

  • Churro: porro, cigarrillo alucinógeno

  • Chusmear: hablar cosas de alguien a sus espaldas

  • Darse francos: tener días libres

  • Engrupir: engañar o estafar

  • Empilcharse: vestirse elegantemente

  • Estar al pedo: no hacer nada, perder el tiempo

  • Faso: porro, cigarrillo alucinógeno

  • Fiaca: pereza

  • Forro: preservativo o condón

  • Garufa: persona alegre, de gustos buenos y modestos que busca la diversión de la noche

  • Geta: boca

  • Gil: tonto, inexperto o torpe

  • Gotán: tango

  • Guacho: huérfano o que no tiene parentesco

  • Hueso: amigo con derechos

  • Hecha percha: estar muy cansada(o)

  • Jalaife: de la clase alta, adinerada(o)

  • Laburo: trabajo

  • La pesada: hampa o mafia

  • Lunfardo: palabra que alude a la jerga originaria de Buenos Aires, pero también a los que se supone que la emplean

  • Matafuegos: extintor o líquido para apagar incendios

  • Me pica el bagre: tener mucha hambre

  • Mina: chica, mujer joven

  • Naranjita: vigilante de carros o coches 

  • No me lo banco: que alguien no te simpatiza

  • Pava: tetera

  • Patente: inscripción o matrícula

  • Patota: pandilla, sujetos que atacan o agreden

  • Pelotudo: insulto que se usa para una persona imbécil o estúpida

  • Pesada: arma de gran calibre

  • Pibe: niño o muchacho joven

  • Pija: órgano sexual masculino

  • Pileta: piscina

  • Piola: que es muy bueno o buena

  • Pisero: inspector de tránsito

  • Pingo: órgano sexual masculino

  • Placar: ropero o guardarropa

  • Playa: zona para parquear un carro o automóvil

  • Pochoclo: palomitas de maíz

  • Poner el lomo: trabajar duro

  • Pucho: cigarrillo de tabaco

  • Quilombo: problema o disputa, también significa prostíbulo

  • Reculié: echarse para atrás, deshacer la palabra o actuación

  • Sharap: callarse

  • Savora: salsa mostaza

  • Tamango: zapato

  • Tachero: taxista

  • Tildado: que se queda inmóvil o estupefacto frente a algo

  • Tira: policía encubierto 

  • Trapito: cuidador de autos en la calle

  • Trucho: falso

  • Un feca con chele: un café con leche

  • Vichar: mirar de reojo o soslayo

  • Yuta: policía

  • Yuto: delincuente

  • Yuyo: hierba

  • Zarpado: atrevido

  • Zapatilla: extensión o conexión eléctrica alargada

  • Zorro: inspector de tránsito