Cantantes y Bandas de Fado
Una nostalgia poética y un sentimiento a flor de piel. El orgullo y el reproche. La belleza de la melancolía y la expresión de amor profundo. La ciudad fresca y soberana que se expande sobre la bahía del Atlántico, mientras las luces y las tabernas son testigo del romanticismo y la evocación. Son temáticas transmitidas a través de las letras lusitanas del Fado. Portugal, país de historias marítimas y navegantes, país de gitanos y de africanos. Edad milenaria y rituales enriquecidos tienen en el Fado su más reconocida expresión musical. Aunque de Lisboa, el Fado se ha extendido por el territorio portugués y ha pasado por momentos en su historia de exponencial notoriedad, y también de pasajera inadvertencia, pero nunca ha dejado de habitar el corazón de los y las portuguesas. La literatura, la poesía, los ambientes de encuentro colectivo, la tradición, el vaivén de las épocas y el aire bohemio cantan y resuenan con impetuoso y sentimental arraigo a Fado.
El Fado tradicionalmente se interpreta acompasado de las guitarras españolas y portuguesas, y el canto es aprendido y reproducido entre generaciones como una tradición oral que aún vive y se escenifica principalmente en los barrios de clase trabajadora de Lisboa, donde se reconocen sus tabernas y espacios de socialización como los puntos de partida y despliegue del Fado en la ciudad y en el país. Del Fado hay muchas versiones acerca de orígenes y creaciones. Lo cierto es que recibe una herencia brasilera gracias a que muchos y muchas portuguesas en el tiempo de las invasiones coloniales a América tomaron y aprendieron melodías continentales y sensaciones sonoras que algunos llevaron consigo de vuelta a Europa, y tuvieron su principal asentamiento entre la población más marginalizada de Lisboa. Para la época del esplendor industrial, el Fado era el canto de los obreros y los migrantes, quienes también constituían mano de obra sobreexplotada, y no sólo expresaba melancolía y nostalgia, sino que también estaba inspirado por letras con fuertes demandas políticas y reivindicativas. Ello condujo a una amplia censura por parte de un posterior régimen dictatorial, el cual no solo vigilaba y obstaculizaba la producción de Fado como melodía y letra de un sentimiento popular urbano, sino que manipulaba la creación del mismo, cambiando sus temáticas e insertando en ellas sus intereses discursivos, ya que reconocía su carácter cohesionador en la sociedad portuguesa. Hacia la transición política a un régimen democrático, el Fado era tristemente recordado como la música del fascismo, provocando su intencional rechazo como un oprobio doloroso. Durante algunos años se silenció en la esfera pública y sólo era rememorado con muy poco despliegue por aquellos que le amaron desde antes y se reconocían en él desde siempre. Para las generaciones más jóvenes, el Fado estaba asociado con la represión y la muerte, ya que el régimen tuvo una larga duración.
Aun así, intérpretes de Fado siguieron surgiendo en medio de contextos renovados y globalizados, y gracias al ascendente internacional que mantuvo el Fado y a la fascinación de jóvenes músicos y músicas, rápidamente volvió a situarse en el lugar amado y reconocido de la memoria cultural portuguesa. Con retroalimentaciones y pequeños toques de la música moderna, el tradicional Fado volvió para unir el pasado y el presente en una amalgama tan compaginada y atemporal que su línea del tiempo es indefinible y sus matices históricos sólo han servido para inyectarle fuerza colectiva, fascinación y arraigo en Portugal.
El Fado ha llegado a todas partes porque toca todas las sensibilidades. Sin necesidad de entender el idioma en el que están escritas sus letras, el lenguaje melódico de su sonoridad emite un mensaje claro de sensibilidad y conmueve muchas fibras. Su carácter universal se manifiesta en ese canto visceral, rasgueo de guitarra y punteo armonioso, que desmedidamente explota en sentimiento y poesía de la vida. La vida de los y las portuguesas, sus luchas diarias, sus romances, su sentido de identidad, su cultivo personal, su trasegar como sociedad, su lugar en el mundo.
Desde los primeros años del siglo XXI, y luego de la muerte de Amália Rodrigues, la más recordada y amada fadista portuguesa, el Fado repuntó de una manera vertiginosa gracias a una amplia acogida en las generaciones más jóvenes. Si bien la fascinación por el Fado no había desaparecido, pasaba bastante inadvertida, tejiendo un manto de silencio sobre sí e ignorada como parte de la memoria colectiva de los habitantes lusitanos. Los espacios en donde el Fado permanecía vivo volvieron a ser conocidos, y el espacio público estaba inundándose de Fado una vez más, como un asentimiento a la matriz cultural de la música portuguesa. Guitarristas, compositores y cantantes asumieron la ardua tarea de imprimir la modernidad en la permanencia de la tradición, como un diálogo de épocas que traen sentimientos de un pasado y llaman a la ecléctica creatividad de lo inexplorado. Museos de Fado, Casas de Fado, Festivales de Fado, tanto en Portugal como afuera, escuelas de guitarristas de Fado, y un reconocimiento como Patrimonio Cultural de la Humanidad, dibujan el panorama que, junto con la fascinación popular y la vida fadista de las calles lusitanas, da perdurable vigencia a una música que se ha adaptado a todas sus edades, lugares y "saudades".
A continuación, algunos y algunas cantantes y bandas de Fado:
A Naifa
Alfredo Marceneiro
Amália Rodrigues
Amélia Muge
Ana Bacalhau
Ana Laíns
Ana Moura
António Zambujo
Argentina Santos
Artur Paredes
Beatriz da Conceição
Camané
Carla Pires
Carlos Do Carmo
Carlos Zel
Carminho
Celeste Rodrigues
Cris Almendra
Cristina Branco
Cuca Roseta
Deolinda
Dulce Pontes
Gisela João
Joana Amendoeira
João Afonso
Jorge Fernando Nunes da Silva
José Afonso
Hermínia Silva
Katia Guerreiro
Laureana Fado
Lucília do Carmo
Luís Góis
Lula Pena
Mafalda Arnauth
Manuela Bravo
Marco Rodrigues
Margarida Guerreiro
Maria Ana Bobone
Maria da Fé
Maria do Ceo
Maria Severa
Maria Teresa de Noronha
Mariza
Matilde Macías
Mísia
Névoa
Pasión Vega
Patxi Andión
Paulo Bragança
Raquel Tavares
Ricardo Ribeiro
Rodrigo Costa Felix
Rosa Negra
Yolanda Soares